Un nuevo estudio, dirigido por investigadores de Dartmouth y publicado en Nature, revela una tendencia angustiosa. La extracción de oro y minerales cerca de los ríos tropicales está causando graves daños ambientales en 49 países. Se trata de la primera investigación exhaustiva sobre el modo en que estas actividades mineras afectan a los sistemas fluviales a escala mundial, y los resultados son alarmantes.
El coste oculto
La minería puede traer empleo y dinero a una zona, pero también tiene un coste oculto para nuestro medio ambiente, en particular para nuestros ríos. El proceso de explotación minera requiere excavaciones extensas, que provocan la deforestación y la erosión del suelo. Estas excavaciones suelen verter el exceso de materiales en los ríos cercanos, lo que afecta a la vida acuática y a la calidad del agua. Además, los sedimentos de la minería pueden transportar toxinas peligrosas como el mercurio río abajo, poniendo en peligro tanto la salud humana como los ecosistemas naturales.
Evan Dethier, primer autor del estudio y profesor adjunto del Occidental College, destaca la magnitud sin precedentes del problema. “Durante cientos, si no quizá miles de años, se ha practicado la minería en los trópicos, pero nunca a la escala que hemos visto en las dos últimas décadas”, afirma. “La degradación de los ríos por la minería de oro y fluvial en todos los trópicos es una crisis mundial”.
Los daños invisibles
Para comprender plenamente el impacto, los investigadores reunieron una enorme cantidad de datos procedentes de medios de comunicación, bibliografía, informes de empresas mineras e imágenes por satélite. Registraron más de 7,5 millones de mediciones en ríos tropicales entre 1984 y 2021.
Los resultados fueron asombrosos: 400 distritos mineros de 49 países vertían sedimentos y contaminantes a los ríos. Estos sedimentos recorren una media de 100 a 200 kilómetros, pero pueden llegar hasta los 1.200 kilómetros, casi la distancia que separa Bangor (Maine) de Richmond (Virginia) en Estados Unidos.
Un aumento significativo
De esos 49 países tropicales, más del 80% de los yacimientos mineros se encuentran a menos de 20 grados del ecuador, en Sudamérica, África, Asia y Oceanía. Cabe destacar que se produjo un aumento significativo de la minería en el siglo XXI, con un 60% de los emplazamientos surgidos después del año 2000 y un 46% después de 2006, coincidiendo con la crisis financiera mundial.
Los datos mostraron que la minería de oro y minerales afecta a más de 35.000 kilómetros de ríos tropicales en todo el mundo, aproximadamente el 6% de la longitud total de los ríos tropicales. La minería hizo que las concentraciones de sedimentos en suspensión se duplicaran en el 80% de los 173 ríos estudiados, en relación con los niveles anteriores a la minería.
“Estos ríos tropicales pasan de fluir cristalinos todo el año o al menos parte de él, a estar atascados de sedimentos o turbios todo el año”, explicó Dethier.
Biodiversidad en peligro
David Lutz, autor principal y profesor asistente de investigación de estudios medioambientales en Dartmouth, destaca que muchos de estos ríos afectados se encuentran entre los lugares con mayor biodiversidad de la Tierra. “El reto aquí es que hay muchas especies que podrían extinguirse antes incluso de que supiéramos que existían”, afirma Lutz. Para medir la gravedad del problema, el estudio descubrió que la “turbidez” en dos tercios de los ríos examinados superaba las directrices recomendadas para proteger a los peces.
Aunque el oro representa casi el 80% de las explotaciones mineras, también se extraen diamantes, cobalto, níquel y otros minerales esenciales para nuestros artilugios cotidianos y soluciones energéticas ecológicas, sobre todo en África y el Sudeste Asiático. “Estos minerales son cada vez más necesarios a medida que abandonamos los combustibles fósiles en favor de las energías limpias”, afirma Dethier. Sin embargo, no se puede ignorar el coste social de la minería, como la degradación medioambiental y la corrupción.
Los investigadores abogan por unas prácticas mineras responsables e instan a los responsables políticos a colaborar con las partes interesadas para mitigar estos impactos ambientales y sociales. En una era en la que nuestros teléfonos, coches eléctricos y tecnologías sostenibles requieren estos minerales, por lo que su extracción es inevitable. Es imperativo adoptar prácticas mineras responsables y soluciones sostenibles para mitigar los impactos ambientales y sociales, preservando así el sustento de nuestro planeta: nuestras vías fluviales.
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